sábado, 20 de marzo de 2010

Japón Día 2. Primer contacto: Senso-ji Shinjuku

Como era de prever, prácticamente sin conciliar el sueño en esta segunda parte de viaje. Apenas unas horas dando cabezadas y alguna película en mexicano.
El avión aterriza con puntualidad y los trámites de recogida de maletas, aduanas e inmigración apenas nos llevan una hora. Tremenda eficacia.

Primer trámite, activar el JR Pass que nos permitirá movernos por la red de tren durante siete días. Y aquí empiezan los pequeños problemas. Nuestro inglés es malo -no dudo de ello- pero el del chico que nos atendió competía con él. Después de 5 minutos de explicación sobre la Suica Card y mil descuentos que no entendimos pese a la calculadora, compramos esta tarjeta. Menos mal pues con ella es sencillísimo moverse por la ciudad. Es una tarjeta prepago con la que se accede a toda la línea de metro y tren JR.
Al final, sin mayor problema con el JR Pass activado para el lunes, con nuestros billetes para Kioto y los del Narita Express que sale en 5 minutos. Ufff, que no llegamos.

La tensión habitual de los primeros momentos en cualquier país se va diluyendo en el tren camino de la estación de Shinjuku. Los carteles incluyen los rótulos en perfecto y sencillo inglés.
Desde la estación al hotel, son 10 minutos a través de una de las zonas comerciales de la gigantesca estación de Shinjuku, el Shoutern Terrace, donde hay algunos conocidos como el Starbucks, que garantizan la supervivencia y otros auténticos desconocidos, pero que seguro ayudan.

Por fin en el hotel justo para hace el Check-in después de más de un día de viaje, con los pijamas y las zapatillas esperándonos en una pequeña y acogedora habitación.
Después de dejar las maletas, otra primera vez: coger el tren y metro. Tenemos que ir hasta la estación de Asakusa donde se localiza el templo de Senso-ji, uno de los más visitados de Japón. Vaya, no es difícil: tren hasta Kanda (línea Chuo) y metro hasta Asakusa sin perderse. La calle de acceso, Nakamise Dori , es un hervidero de gente que compra en la tiendas de artesanía que la bordean. Recuerda las mareas que se puede ver en calles como Preciados en época de Navidad. Productos locales, artesanía y hasta abanicos -originarios de Japón- Made in Spain.

El templo es una maravilla con su majestuosa pagoda, tablillas con deseos, gente purificándose con incienso. Una pena que el principal templo estaba en obras.
Después de recorrer las diferentes áreas del santuario, nos pasamos a la fase de integración gastronómica que se reducía hasta la fecha al sushi del avión. Nos estrenamos con unas galletas rellenas de una pasta de judía rojas, hechas artesanalmente que estaban bastante buenas -hay opiniones diversas-.
Al principio, no es sencillo orientarse con el mapa pero toda referencia como hoteles, grandes cruces, etc. sirve de gran ayuda ya que aquí no se sigue el modo de ordenación familiar para nosotros de calle, número de portal. Nos perdemos -siempre orientados- por Asakusa donde ya están cerrando las tiendas y abriendo los restaurantes, por cierto, alguno de ellos muy bonito. Ya con las últimas energías, encontramos una parada de metro y volvemos a Shinjuku.

Tokio de noche es tan o más espectacular que durante el día y Shinjuku es buena muestra de ello. No podemos cerrar el día sin la primera visita a Bic Camera, una de las principales superficies comerciales de electrónica. Y primera compra, quizás extraña para muchos pero necesaria: unas planchas del pelo pues las españolas con sus 220V se han tenido que quedar en casa.

Para no perder la costumbre y con ganas ya de descansar, primera cena en un clásico de la gastronomía internacional, McDonalds, con charla con el vecino japonés que quiere practicar un poco su inglés. Bienvenido sea. Nos cuenta que proviene de un pueblecito cercano a Hiroshima y así estamos charlando un rato de la vida. Con él se confirma el tópico: somos el país de la guitarra y el flamenco.

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