viernes, 24 de septiembre de 2010

Oktoberfest: eins, zwei, drei, vier, fünf

Oktoberfest: eins, zwei, drei, vier, fünf, ... y algunos continúan la cuenta. Con ello me refiero al número de cervezas que van cayendo como postre de un día cualquiera en el Festival de la Cerveza que todos los años se celebra en Munich. Y digo bien postre, pues
por extraño que pueda parecer son las 15 y la fiesta ya ha empezado -hace un buen rato- en una de las mayores carpas del Oktoberfest, Lowenbrau.

Hoy luce un día espectacular y apenas queda ya un sitio aunque con el paso de las horas el efecto fiesta provocará que el metro cuadrado se expanda y las personas encojan.

En inglés, en español o en alemán, la cuenta de cervezas no para. Las enormes y robustas jarras de cerveza no detienen su desfile, chocando al ritmo Abba, Shakira, de todo lo que suene y que seguirá resonando en la cabeza por unos días más.

Poco a poco el ambiente se caldea según caen las cervezas, por cierto, servidas en jarras de 1 litro que requieren su especial técnica y con de una graduación superior a la habitual, lo cual seguro acabará notándose.

Pasadas las horas, la fiesta sube medio metro el nivel. 10000 personas dentro de la carpa poco a poco cambian asiento por pedestal y empieza la fiesta a medio metro del suelo. Parece increíble como pueden -¿podemos?- mantener el equilibrio a estas alturas. Y el espectáculo sigue a golpe de látigo.

Es hora de recuperar energías con unas salchichas o codillo de la zona. Aunque la cerveza es considerada alimento por estos lares el alimento sólido es bienvenido/necesario pasadas unas horas, ya con el bíceps notando los excesos.

Americanos que hablan de fúltbol, traductoras de inglés español, japonese/as -como siempre- cámara en mano y boquiabiertos, de todos los gustos y colores pero sobre todo gente pasándoselo bien. Eso sí, sin cabida para los excesos "no legales", siempre bajo el control de la seguridad. Que se lo pregunten a "Mario Bross" que nada más quitarse la ropa fue desalojado por una docena de guardias de seguridad. Nada recuerda a la imagen seria de los alemanes, Bavaria is different!

Cae la noche -sobre las 22- y las carpas cierran, aunque siempre puede seguirse en los pubs que parecían ocultos durante el día. Colas en los pubs que permiten localizarlos fácilmente, riadas de gente camino del metro son muestras de los últimos coletazos de una fiesta que mañana seguirá y repetirá para muchos muniqueses. ¡Qué tres semanas!

Fin de noche. La maldita globalización parece que ha extendido el fácil asalto al turista: ¡120 euros! por un taxi que apenas sobrepasa los 60. ¿Quién esperaba regatear en Munich?. Que siga esperando en la cola o que sean otros los que caigan. Alejándose unos metros de la zona todo vuelve a su curso, y precios normales.

Fiesta única y con un ambiente muy sano, aunque suene raro al girar todo entorno a la cerveza, que rompe con muchos estereotipos alemanes.

No hay que perderse el Oktoberfest en las últimas semanas de todos los septiembres.

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