
La Isla ya nos había sorprendido varias veces con paisajes como Los Gigantes, Punta Teno o Masca pero El
Parque Nacional del Teide todavía lo supera.

Unos recomiendan subir por el Valle de La Orotava (TF-21), otros desde La Laguna (TF-24) pasando por La Esperanza. Debido a lo apurado del día, cogemos la subida directa desde el sur por Vilaflor (TF-21). Casi una hora de curvas aunque buena carretera, rodeado por un denso pinar hasta que repentinamente desaparece todo rastro de vegetación.
Dado que accedemos al parque por el sur, el recorrido que hacemos es el inverso a lo habitual accediendo por el Portillo.
En el primer mirador en las Cañadas, Llano de Ucanca, con las masas de lavas de no tan lejanas erupciones, nos encontramos con una pequeña oficina de información. ¿Vacía?. No la chica estaba en el coche, supongo que al abrigo de la calefacción pues la tenmperatura no pasa de 5ºC.

Segunda parada en el cruce del parador, en los
Roques de García. Aquí una de las imágenes más típicas del parque, el
Roque Cinchado parece hipnotizado y vigilante ante una próxima erupción de El Teide. En el llano, la lava dibuja caprichosas formas como la Catedral.

Pues se cumple el refrán,
a quién madruga .. no pilla colas. Son las 10 más o menos y prácticamente aparcamos a la puerta del teleférico (25€) . Parece que en días punta hay colas de casi una hora, hoy sin apenas espera llega la cabina y estamos rumbo a la cumbre.
Con un poco de respeto por la subida de 2000 metros a unos 3500 metros en pocos minutos llegamos a la cumbre de
El Teide.

Entorno a cero grados y algunos turistas en pantalón corto y chanclas. ¿Qué esperaban, una piscina con tumbonas?
El acceso a la cima está limitado a un cupo de unas 200 personas día. Sin permiso no es posible subir a la cima y es necesario una semana por email para tramitarl. Ya no tuvimos tiempo de solicitarlo.

Tomamos el sendero 12 en dirección al
Pico Viejo, volcán que arrasó Garachico en el siglo XVIII.
Son increíbles las vistas desde este punto, espcialmente del viejo volcán. Afortunadamente, el típico mar de nubes formado por los aliseos, no es muy denso con lo que se puede observar prácticamente todas las islas del archipiélago.

La vuelta en subida hace sentir la falta de oxígeno. Sin prisa pero sin pausa retornamos al teleférico para coger el sendero 11 que rodea el Teide hasta el
Mirador de la Fortaleza. Éste debe su nombre a una formación que se puede observar desde él.
Regresamos con cuidado por el hielo acumulado en la sombra y bajamos disfrutando del soleado descenso.

En la
base de El Teide sorprende la llanura casi desértica donde el
tajinaste erguido y con vivos colores en verano, ahora en invierno y muerta la planta, ya sólo muestra su esqueleto.
Merece la pena parar en la
Centro de Visitantes del
Portillo para ver el video explicativo de la sorprendente formación de la Isla y la curiosa forma de recoger agua con las
galerías o minas de agua.

Una pena no poder disfrutar de una jornada recorriendo alguna de la rutas que discurren por el parque.
Ahora sí, bajada por el Valle de La Orotava con prisa pues hay que rodear (1h 30 mi aprox.) media isla para llegar al Aerpuerto Sur.
Buena carretera y mejores vistas aunque los frenos del Ibiza suenan un poco raro.
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