martes, 23 de marzo de 2010

Japón Día 5. Hello Himeji

Al final ha aparecido la anunciada pero no agradable lluvia. Hoy la previsión era visitar Nara y sus ciervos pero adaptamos el plan y decidimos ir a Himeji, donde se encuentra quizás el mejor castillo feudal japonés.
Primer problemilla, nos equivocamos de línea y cogemos un recorrido no directo. Gracias a la extraordinaria red ferroviaria tampoco es mayor problema, son apenas 10 minutos más.
Como toda estación, Himeji vuelve a ser una colmena de tiendas. Cada vez se entiende mejor la importancia del tren en este país. En él se come, se compra, se viaja, se trabaja y por supuesto se duerme -quien pueda-.

Sigue lloviendo al llegar, pero caminar hasta el castillo no es problema. Sólo hay que pasear unos 15 minutos a lo largo de la que parece la calle principal de Himeji , al final de la cual destaca el singular perfil del monumento.

Sin las habituales colas de acceso, con seguridad por el mal tiempo, empezamos la visita por el recinto del castillo. Dura una hora y media, y se visita el interior de la torre central, imagen representativa del mismo y soportada por una curiosa estructura de madera.
Nuevamente toca quitarse los zapatos y enfundar el paraguas en una bolsa, algo que hoy será común también en muchas tiendas. El interior del castillo prácticamente está vacío, mostrando una colección de piezas bélicas como armaduras y armas de fuego. Sin embargo y a pesar del día, las vistas son espectaculares, incluida la impresionante grúa subida en una plataforma a decenas de metros del suelo que nos recuerdan que, afortunadamente, seremos de los últimos que lo podamos visitar.
Caminar por el jardín se convierte en un ejercicio para el dedo que no para de disparar fotos a pesar de la fuerte lluvia. Ya se sabe alguna foto, aunque sea por azar, tiene que salir bien. Recorremos el patio occidental, lugar donde se encontraban buena parte de la habitaciones y la Torre de la Vanidad. Al salir del reciento, encontramos otro botón de la cultura japonesa y más en particular relativo a su extremada conciencia ecologista: estaban doblando y limpiando las bolsas de nylon que usábamos para guardar los zapatos.

Al salir a la derecha, se encuentra el jardín de Koko-en (ticket combinado con la entrada al castillo). Una ruta te va guiando por diferentes paisajes donde lo que quizás más sorprende son las carpas tamaño salmón, que si saltasen y mordiesen te pueden llevar media pierna.
Aprovechamos el mal tiempo para pararnos en la casa del té. En ella, tras un primer intento fallido, totalmente entendible sin las instrucciones para novatos, celebramos la ceremonia del té: dulce de entrada (qué bueno!, ya compraremos), saludo a la anfitriona, taza con la derecha, mano izquierda al fondo, dos giros, beber todo, nuevos giros y depositar la taza/cuenco. Primera y posiblemente la última si no se repite sentado en una silla de más de diez centímetros pues las rodillas lo sufrirán por varios días. Ya estamos mayores.

Hora de comer. Elegimos el primer restaurante frente al jardín. Lo primero es seleccionar el menú, operación totalmente visual, y después compra del tickets en la máquina expendedora. Vamos, como comprar cigarrillos. No está nada mal y por lo que vemos el más barato de la zona (1750Y los dos).
Debido a la hora y a que tampoco el día acompañaba para estas excursiones posponemos para el siguiente viaje? la visita al complejo de templos del Monte Shoshan, en las afueras y donde se han rodado algunos exteriores de "El último samurai".

De todas maneras "Hello Kitty" nos alegraría la tarde.
De vuelta a la estación, entramos en unas calles cubiertas, más bien centros comerciales (Himeji City creo recordar). No queda del todo claro si son calle o centro pues hay cruces donde un guardia detiene a la circulación de coches ante tu paso. Bajamos por el corredor de la izquierda y cual es nuestra sorpresa al ver una cafetería temática llamada "Café de Miki with Hello Kitty". Es un edificio de 6-7 plantas que no tiene pérdida y donde su primera planta es vivo culto a la, más que idolatrada, "gatita". Todo decorado de rosa, hasta el café o capuccino recuerda la gatita, Hello Kitty, dibujando con cacao su figura. Las máquinas de café o el mismo baño no se olvidan del tema del local.
Vuelta a la estación para coger el próximo rápido, esta vez directo a Kioto.
Ya que vamos con tiempo y sin prisa nos damos una vuelta por la estación de Kioto al llegar. Sin duda es uno de los lugares más atracticos y turíosticos de la ciudad tanto por sus vistas desde su "Sky garden" como por el enorme centro comercial que al final forma en sí la estación.

Creo que a todo el mundo que ha venido a Japón tiene alguna anécdota similar. Mientras intentábamos interpretar el plano de la estación un par de chicos nos preguntan Might I help you? ¿Por qué no? Les preguntamos cómo llegar a la salida en el lado opuesto y al final cruzan toda la estación con nosotros tratando de entablar conversación y mejorar un poco su inglés. "Arigato" que por los pelos no subimos al bus de vuelta.

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