sábado, 27 de marzo de 2010

Japón Día 9. Una joya de día: Kioto Templos Dorado y plateado

Se cumple el pronóstico. Por fin un día soleado. La pagoda Toji, la más alta (55m) de Japón y símbolo de la ciudad, aparece brillante por la ventana de la habitación.
Habíamos retrasado la visita al templo dorado, Kinkakuji, en espera de algún rayo de sol y hoy, por fin, han asomado. Importante el pronóstico del tiempo para esta visita y en general para organizar todo el viaje.

Después de coger el autobús 205, allí estábamos a las nueve esperando a que abriese, como no, en una perfecta cola. Y bien que merece la pena. Si normalmente la mayoría de edificios o monumentos decepcionan algo en directo, no es el caso de este pabellón. Parece que hemos tenido suerte eligiendo la hora pues se muestra, tal como sale en las fotografías, reflejando sus doradas paredes en el lago que le rodea.
Empiezan los "codazos", siempre muy educadamente, por pillar un metro cuadrado para la fotografía.

Siguiendo la ruta de esta zona, tal como se explica en los "Kyoto Walks", el próximo templo es Ryanji. Cambia lo visto hasta la fecha, su relajante jardín zen formado por gravilla y quince piedras es el centro del pequeño parque que forma esta parada.

Vuelta al autobús 205 para visitar el último templo de la zona oeste: Ninna-ji. Nuevamente el tradicional y elegante kimono alegra el paseo por el templo.

Cruzamos Kioto de oeste a este, combinando un par de autobuses. Sin mapa de autobuses Kyoto puede ser una locura pese a ser una cuadrícula cuasiperfecta orientada norte-sur. Una hora y estamos en la otra "joya" del día: el Templo Plateado, Ginkakuji. Nunca cubierto de plata, no llega ni mucho menos a la altura del pabellón de oro. Sin embargo, la zona es comienzo ¿o final? de lo que se conoce como "Paseo del filósofo". Nueva parada para las últimas compras en la ciudad: abanicos, estos Made in Japan y pañuelos de seda hechos a mano.

La mezcla de cerezos, con suerte ya en flor, y espectaculares casas que recuerdan a la típica zona rica de muchas ciudades, convierten la aproximadamente hora de paseo a lo largo del pequeño canal en un auténtico placer. Buen momento para seguir completando el albúm de fotos de flores.
De camino al autobús, que con suerte encontramos junto a un enorme torii (Heian), pasamos rápidamente por otro par de enormes templos: Eikando y Nanzeji.

A veces, sólo pensamos que tenemos atascos en nuestra ciudad pero es un mal universal. Era tal el atasco en Kioto que incluso con prisas -en una hora salía el tren-, nos da tiempo a bajar para comprar las típicas muñecas de madera en Gion y volver a coger el siguiente autobús. Todo ello en apenas cinco minutos.
Llegamos por los pelos, aunque siempre con tiempo para comprar la cena en una "boulangerie" y un par de cajas de dulces, wagashi, los que tomamos en la ceremonia del té en Koko-en.

En Kioto se han quedado muchas cosas sin ver como la zona de Arashiyama y otras hemos ido con el tiempo justo. Otro día hubiera venido muy bien.

Por cierto, siguen apareciendo objetos cotidianos pero diferentes a lo acostumbrado como la lata, o mejor dicho, botella de aluminio de Coca Cola en el tren.

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