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sábado, 3 de abril de 2010

Japón Día 16. No debería existir

Este blog debería concluir el día 15. Debido a los retrasos, no hemos llegado al vuelo de conexión con Madrid, así que partimos hoy a las 9.


Puntuales despegamos para Madrid con un anuncio de retraso de 30 minutos pero todo es ya relativo después del viaje Tokio-Munich. Ni importa el retraso, ni se notan las más de dos horas de vuelo.

Magnífica vista desde la ventanilla de los nevados Alpes que protegen la región bávara.


Por fin en casa con un poco de jet lag y una novedad en la TV que nos devuelve a la realidad:


La programación de TV Analógica ha dejado de emitirse por este canal


¡Lo que cambian las cosas en 2 semanas!. Ahora sí, podemos cerrar el viaje.



viernes, 2 de abril de 2010

Japón Día 15. Caos ¿afortunado?

Ya empezó mal el día. Hoy era la última oportunidad para visitar el mercado del pescado, Tsukiji pero el nivel de cansancio lo imposibilita. Es una realmente pena aunque puede servir de disculpa para un nuevo viaje a este país.

Mal día para las excepciones que confirman la regla. No ha fallado ni un sólo tren en todo el viaje y hoy toca el caos. El Narita Express, que como su nombre indica es la línea rápida al aeropuerto va a paso de tortuga.
¿Qué está pasando?
.
Un anuncio, empieza a informar de retrasos en gran parte de las línea de JR y finalmente muestra
"JR and police are on alert"
El tren se para. Y empiezan los nervios pues a pesar de salir con cuatro horas y media empieza a acumularse retraso. La señal de posición está a dos luces del aeropuerto y nuevamente se para. Ya son las 11:30 y el avión sale a las 12:25. Parece que tenemos que esperar la salida de un tren para poder acceder. ¡Sudores!

Al final, a la carrera y arrollando con todo lo que se ponía por delante, barreras de acceso incluidas, llegamos con 40 minutos para despegar al mostrador de facturación. Closed !!! Que no cunda el pánico nos comenta la azafata de tierra con su "Don´t worry". No sabe los nervios que hemos pasado en ese tren.

Lo que puede ser una mala noticia se convierte en toda una alegría, el vuelo está retrasado con lo que podemos facturar y embarcar tranquilamente. Parece que los fuertes vientos han desviado el avión a Osaka y hasta las 15 no podremos despegar.

Con ello una última oportunidad para gastar el saldo de la Suica que no hemos podido devolver y también para deshacernos de los yenes restantes.
El área de duty free refleja lo que hemos dejado atrás: lujo, artesanía y electrónica en una tienda que por supuesto lleva el "original" nombre de Akihabara.
Por fin se confirma la salida para las 16, lo que significa que el vuelo de enlace a Madrid está perdido. Aquí no informan de opciones y remiten a destino. Veremos lo que pasa en Munich.

Después de la tensión vivida, el vuelo se hace hasta corto, con tiempo para pensar en nuevos viajes y en particular Milán, única ciudad de la lista de más visitables de Lufthansa que nos queda en la agenda.

En Munich se diluye la tensión. Sin ningún problema, todo estaba resuelto. Salimos mañana a las 9 y nos alojan en el Sheraton a diez minutos del aeropuerto. Después del estresante día, Munich ya parece nuestra casa y no importa pasar la noche y así, descansar un poco.

PD: a la vuelta nos comentan que Tokio fue un caos, con muchas líneas de tren suspendidas y vientos por encima de 100 Km/h. En los últimos 40 años no se había producido una situación similar. Lo dicho, mal día para excepciones.

jueves, 1 de abril de 2010

Japón Día 14. Un día de altura para la despedida: Shinjuku y Shiodome

Tranquilo desayuno para coger el metro fuera de la hora punta y así sin agobios hasta la parada de Shiodome, nueva zona de desarrollo en la desembocadura de la bahía. Allí, nos encontramos lo máximo en baños, al menos visto por nosotros. Dentro del showroom de Panasonic exponen un sanitario ¡con reposabrazos!.
En la parte posterior del rascacielos y rodeado de inmensos edificios, una réplica de la primera estación de Tokio, destruida por un incendio a comienzos del siglo XX.

Vuelta al complejo, que recuerda en sus bajos a la zona de Azca en Madrid aunque más nueva y limpia, el edifio Caretta -tipo de tortuga que es la imagen del centro- ofrece acceso gratuito a las plantas 46 y 47. La vista de la bahía de Tokio, Odaiba -isla artificial con el singular edificio de Fuji TV- o el puente de Tokio es magnífica.
Permanecimos solos durante más de veinte tranquilos minutos disfrutando de la panorámica del sur de Tokio.

Visita al parque Hamarikyu que habíamos "sobrevolado" desde el edificio Caretta, con su lago rodeado por campos de flores amarillas y cerezos floreciendo. Pero la imagen más llamativa podría ser la casi perfecta pared de fondo que forman los nuevos rascacielos de la zona.

Y seguimos con las grandes construcciones. Nos queda otra de las más representativas, la Torre de Tokio, inspirada/copiada de la Torre Eiffel, aunque con unos más que llamativos colores blanco y naranja. Nos acercamos caminando (30 minutos) al templo Zojiji a la hora de la comida, lo que se traduce en un agradable bullicio causado por la gente de las oficinas de la zona. Algunos portando fiambrera en mano izquierda y cámara en derecha. Allí, la vista ofrece el contraste de lo tradicional frente a la modernidad representada en la torre.

Han sido muchos días en la zona pero aún no conocíamos el Shinjuku de día aunque la noche, desde luego, no tiene desperdicio. Empezamos por la zona oeste, marcada por sus grandes edificios de diseño y subimos a la segunda de las torres del ayuntamiento. Espectacular tanto de día como de noche. En el ascensor, se repite la sensación de la mañana en los tímpanos debido al rápido descenso de las más de cuarenta plantas -nombre médico barotrauma-.

Seguimos nuestro paseo con otro vecino del ayuntamiento, el hotel Hyatt, famoso por ser centro de la película "Lost in Translation". Película del todo recomendable como preparación de viaje a Tokio. Formas diferentes, capricho de arquitectos, para cerrar el turismo de altura.

Un nuevo recorrido por Isetan, en este caso acompañados por una amiga japonesa que nos explica en detalle cada producto, acrecienta aún más la atracción casi imparable que causan estas enormes delicatessen. Se entiende el consumismo japonés. No se puede parar, así que añadimos sopas, nuevas galletas de sabor a marisco, dulces, etc. Pero sin lugar a dudas uno de los puntos de mayor choque es el expositor de la carne. Carne producida por ternera atendida con especiales cuidados y al estratosférico precio de ¡500 €/kg !

Tenemos la oportunidad y el placer de ver Marunouchi, en una noche clara y despejada, desde una de las imponentes oficinas de esta zona. No deja de impresionar el Tokio nocturno.

Y toca despedirnos y para ello una de las mejores comidas del viaje en un teppanyaki del Shin Marunouchi Building. Foie, vieira y una carne que prácticamente se deshacía cual mantequilla. Que me perdonen pero ¡pecado mojar en salsa de soja esta manjar!

Todo un placer para los sentidos para concluir el viaje.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Japón Día 13. Delicado y lujoso Japón

Hoy el día tendrá tres partes: la turística, las compras o "shopping" y la nocturna.

EL TURISMO
En todos los viajes siempre aparece un desafortunado clásico: el andamio. Nos habíamos librado por poco en Himeji ya que el castillo empieza obras por varios años, pero no podía fallar. La estación de Tokio está completamente protegida. Nos tendremos que quedar con el recuerdo de su "original" o fuente de inspiración, la de Amsterdam, que por cierto también estaba de obras cuando la visitamos.

El primer recorrido nos lleva al disdtrito de Maranouchi con sus elegantes edificios, entre los que sobresale el acristalado Forum Internacional de Tokio. A pocos pasos cambio radical de entorno con el jardín y el Palacio Imperial, donde viva la familia real japonesa.

Recorrer Ginza recuerda en cierta manera a recorrer la Quinta Avenida, en una palabra: lujo. Buena muestra es un kimono expuesto por valor de 2,3 millones junto a las "típicas" tiendas de Cartier, Tiffanies, Hermes, Louis Vuitton (parecería que no hay japonesa que se precie que no tenga un bolso de Vuitton), etc.
Y llega uno de los momentos más esperados de un viaje a Japón: las últimas novedades tecnológicas. Uno de los mejores exponentes es el Showroom de Sony con una buena muestra de "cacharros" que aún no han salido al mercado. Por ejemplo un móvil de Sony Ericsson similar al Iphone o al Nexus One, con una cámara de 8.1 Megapixels o la esperada televisión Bravia 3D donde parece que los futbolistas te abrazan al marcar un gol.
LAS COMPRAS
Y empezamos la operación "shopping". Empezamos por Wako con su sencillo a la par que elegante escaparate reflejo del lujo que guarda este edificio corazón del distrito de Ginza.
Primera parada en Matsuya Ginza frente al Apple Store -¿de qué me suena?- y primera compra de cuencos lacados para sopa. Los cinco minutos que la dependienta dedicó a envolver con exquisito mimo los regalos era para grabarlo en video pero estábamos con la boca abierta. Papel cebolla, cartón protector cortado al milímetro y cruzado sobre las tazas para formar una especie de caja, papel de regalo perfectamente colocado, cinta de regalo del color elegido y no acaba ahí, nueva protección de plástico de burbujas para evitar que los lazos se puedan estropear en el viaje.
Parada reglamentaria para comer en el mismo centro comercial en uno de sus restaurantes de sushi . Seguimos comprando algún kimono.
Pero todavía hay más, Mitsukoshi Planta 8, caja lacada que se precipita sin vértigo en la mochila. A la vuelta nos enteramos que también está presente en la centenaria Gran Vía de Madrid.
Tiempo de dar un poco de descanso a la tarjeta y visitamos el teatro Kabuki-za.

Cogemos el metro hasta Shibuya. Vaya sorpresa, al salir de la estación aparece el cruce más famoso del mundo que por error pensábamos habíamos visto en Ginza.
En un cruce de varias calles se forma un cuadrado en el cual se puede pasar de calle a calle por las diagonales o cualquier arista. De ahí la sensación visual que causa.
La zona es un hervidero de gente, donde no puede faltar algún turista que parece sentirse liberado de todo sentido del ridículo. En Shibuya se mezcla de tiendas de marca con otras un poco más modernas (raras?). Hasta nuestro mejor representante en el exterior, Zara, está presente con diferentes formato de tiendas de ropa de "lujo" y más "casual" con las minifaldas que plagan las calles.

En la puerta de la estación nos encontramos con el equivalente al Oso y El Madroño de Madrid, el perro Hachiko que esperó durante años a su amo delante de la estación y que hoy en día se ha convertido en el punto de cita de miles de personas. Merece la pena leer la historia de este perro que da nombre a la principal salida de la estación.

Vuelta a Shinjuku para rematar las últimas compras, empezando por Takashimaya. En ella compramos una tetera japonesa. Y mejora el proceso. Mientras te la desempaquetan, te la muestran pieza a pieza, te la envuelven y te cobran, te invitan a esperar tranquilamente sentados. ¡Se agradece!.

Fin de la segunda fase del día en Tokyu Hands con otra curiosidad: unos cuchillos de cerámica de Kyocera un poco más baratos (20-30%) que en España.
Regreso al hotel y caemos en la tentación de probar los donuts de "Krispy Kreme", cadena americana que no tenemos en España. Desde el día que llegamos siempre existía cola en su puerta, así que no podíamos dejar de probarlo. Con la pequeña línea de producción a la vista y aunque suene a tópico, los mejores que he probado.

LA NOCHE
Tercera parte del día. La noche, sin copas, alrededor de Shinjuku.
La animación es tremenda también en el oeste de Shinjuku. Antes de nada, hacemos una última parada en Yodobashi para ver objetivos pero los precios son similares a España. Aún el yen está fuerte.
Para cerrar el día subimos al edificio del ayuntamiento, famoso entre otros, por el tremendo coste que no van a cubrir con el precio de la entrada (gratuita). La espectacular vista panorámica desde su torre Norte, abierta hasta las 23, cubre todo Tokio. Allí, me invitan gentilmente a retirar el pequeño trípode. Adiós a las fotos por hoy.

martes, 30 de marzo de 2010

Japón Día 12. Por tierra, aire y agua: Hakone

Al menos Tokio amanece con un espectacular día que esperemos se traslade a Hakone, ciudad balneario y una de las mejores zonas para disfrutar de las vistas que ofrece el Monte Fuji (Fuji-san).
Ayer, compramos un pase (5000 Y) que nos permitirá utilizar medios de transporte terrestres -tren, funicular y bus-, acuáticos -barco- y aéreos -teleférico- para recorrer la zona.

Después de una hora y media en el Romance Car -se paga un complemento pero es más rápido, cómodo y directo-, se confirma el pronóstico del tiempo con un espectacular cielo azul, aunque con una agradable sorpresa: un manto blanco cubre todo. Esta pasada noche ha nevado.

Todo el día gira entorno al Monte Fuji, con un recorrido que parte y termina en la estación de Hakone-Yumoto. Sin embargo otro entrañable personaje de la infancia aparece en el viaje. Dentro del folleto hay un juego ¿para niños?, donde se estampan en los puntos del recorrido sellos con la imagen de personajes de nuestra querida Heidi: el abuelo, Pedro, Clara, Blanquita, Niebla... -ya no me acordaba de su nombre pero no hay nada que Google no solucione-.


El abuelo en Hakone-Yumoto
Todo perfectamente organizado. Bajar del Romance Car y basta cambiar de andén para subir a un pequeño tren de montaña que nos espera, el Tozan Railway. Nos va subiendo lentamente hasta la estación del funicular. Con la altura, la capa de nieve va creciendo en espesor y también el frío.
Es curioso como en alguna de las estaciones el tren retrocede y cambia de vía para continuar por una nueva rampa.
En el camino se queda el Museo al Aire libre donde hoy se podían ver, o mejor intuir, algunas esculturas totalmente cubiertas por un fino manto de nieve.

Pedro en Gora
La estación de Souzan es una réplica de un edificio de los Alpes suizos, incluida su típica campana. Aquí no hay más remedio que esperar la siempre perfecto y bien organizada cola, con suerte al calor del sol.

Y tomamos el funicular para escalar los Alpes japoneses enlatados como sardinas. Pero aún entraban más y así lo comprobamos en las dos paradas intermedias que hizo antes de llegar a destino.

No podía faltar, en la misma lata, españoles y más concretamente de Madrid. Casualmente han hecho el mismo recorrido, lo que empieza a confirmar que ha sido una buena elección.


Blanquita en Owakudani

Cambio al medio aéreo: teleférico .Ohhh! Por fin aparece el esperado Monte Fuji.
Primera parada del día en Owakudani, famoso por sus, textualmente, "saludables" huevos negros. Este color se produce al ser cocidos dentro de las fumarolas volcánicas que existen en la zona. Dicen que mejora la salud y alarga la vida, así que caen un par de ellos (5x500Y) que venden en medio de la zona de fumarolas entre el olor sulfuroso que se desprende de las fumarolas hoy ocultas debajo de la nieve.


Pocos lugares en el mundo deben consumir tantos huevos, ni tan siquiera las fábricas de tocinillo del cielo de Grado.
Por cierto, las vistas desde este punto del Monte Fuji son magníficas.

Continuación en teleférico hasta el puerto de Togendai, donde con mala suerte nos quedamos cortados en la cola por 5-6 personas, con lo que tenemos una espera de media hora hasta el siguiente barco.

Heidi en Togendai (Hakone Sightseeing Boat) por el lago Ashi
Por fin, la estampa de nuestra querida amiga de la infancia. Aquí cambiamos de medio, pasamos al barco que cruzará el lago Asahi. Muy ?, no sé como describir el barco pirata que nos llevará a la otra orilla del lago. Eso sí, los niños van encantados en él jugando entre los mástiles.
Hoy el paisaje es increíble -¿sinónimos de increíble?-, con los árboles nevados y el cielo impoluto que, a pesar del frío, invita a navegar en cubierta disfrutando del recorrido.
A estribor, el tupido bosque verdiblaco. A babor, templos con sus toriis vestidos de brillante naranja.

Niebla en Hakonemachi
Llegada al puerto y cómo no, búsqueda del sello.
Nuevamente la vista del Monte Fuji es increíble. Un día totalmente claro que, por lo que nos han comentado, no se suele dar.

Desde aquí, a unos cinco minutos andando está el Checkpoint (punto de control) rehabilitado de la línea Tokaido que unía Tokio y Kioto en el período Edo. En ella hay una reconstrucción de los equipamientos, incluidos los distintos retretes -casetas con agujeros en la tierra-, muy diferentes de los actuales e impactantes modelos de baño japoneses.
Lo mejor, las vistas desde la torre de vigilancia. ¡Cómo subía las escaleras la abuela! Nos asfixió.

Clara en Moto-Hakone y vuelta
Caminando con cuidado sobre la nieve llegamos al destino final, Motohakone-ko. Aquí ya tomamos el último medio de transporte del día, un bus, para volver al punto de origen por una carretera de montaña que vuelve a recordar un circuito con sus curvas perfectamente peraltadas.
Como casi todos los días, descartamos uno de los destinos, Hatajuku, pueblo con artesanía de madera.

Circuito competo y sellos conseguidos para un merecido premio consistente en una bolsa de tela con Heidi y sus "colegas" estampados.
Mala suerte. No quedan billetes para los dos próximos trenes rápidos (Romance Car) y eso que nos informaron que no era temporada alta y no habría problemas. Segundo fallo aunque éste tampoco importa mucho. Nos da una hora para un nuevo recorrido por las tiendas de Hakone donde por supuesto cae algo más en la mochila: las muñecas de madera que estábamos buscando. Después del viaje nos hemos dado cuenta que las hemos visto en casi todos los destinos, incluido el aeropuerto.

Ya de vuelta en Tokio, comienza la segunda parte del día.
Antes de caer derrotados por la larga jornada, volvemos a practicar el deporte consumista: recorrido por un par de centros comerciales situados en los alrededores de la estación de Shinjuku.
Al salir del tren, bajamos hasta el centro comercial perteneciente a la misma compañía. Es impresionante la sección de alimentación de Odakyu que no se puede describir con palabras, hay que venir a verla, olerla y probarla.
Lumiere 2 también en la misma estación.
Tamashimaya formado por espacios para marcas y con una buena sección de artesanía (teteras, palillos, cajas lacadas, etc). Tokyu Hands orientado a artículos del hogar, etc. Ambos localizados en el mismo edificio a cinco minutos de la salida sur (este) de la estación.

Vuelta rápida con algunas ideas para llenar los "huecos" de la maleta los próximos días.

lunes, 29 de marzo de 2010

Japón Día 11. La costa: Kamakura

No sabemos muy bien como ir a Kamakura, antigua capital y ciudad costera próxima a Tokio, pues hay varias alternativas (JR, Odakyu, ...). Salimos de dudas al comprar el Hakone Free Pass para mañana pues la misma compañía también ofrece un pase de un día para la zona.
No teníamos claro si continuar a Yokohama por la tarde, ya que estaba fuera del alcance del pase y tendríamos que cambiar a JR.

Otra hora de tren hasta la estación de Fujikawa y en el vagón vivimos otro ejemplo de la amabilidad de este país. Un chico americano vestido con camiseta de Harley-Davidson reconoce a un colega japonés por su gorra. Le pregunta por una tienda en Hiroshima donde comprar y a pesar de sus limitaciones con el inglés, y el japonés se desvive por tratar de entenderle y ayudarle. Incluso realizó alguna llamada. Al final todo concluye con intercambio de emails y una foto de familia en no más de veinte minutos.

Ya en la estación de Fujikawa, cambiamos de tren para recorrer la zona de Kamakura. Y primera parada con dos visitas:
El Gran Buda (Daibutsu), construido en bronce y amortiguado para evitar terremotos. De hecho soportó los maremotos que arrasaron el templo en el que residía.
Templo de Hase (Hasedera). Con un bonito jardín y donde se encuentra un pabellón rodeado de numerosas estatuas que pone los pelos de punta al enterarse que están dedicadas a niños muertos.

A travesamos Kamakura por su calle comercial o como la llaman "Shopping Town", nuevamente plagada de gente para llegar a Tsurugaoka Hachimangu, uno de los últimos templos del viaje. Por cierto, son las doce de la mañana, ¿cuándo trabajan aquí?
Volvemos por , un paseo central cubierto de farolillos y cerezos en flor, y rodeado por antiguas tiendas.
Otra entrada que se cae de la lista. Descartamos parar en la Isla de Enoshima.

Otros dos lugares se vuelven a caer de la lista de visitas de hoy: Kitakamura -ya un poco saturados por templos y santuarios- y la enorme ciudad de Yokohama, en particular su barrio chino y la zona de la bahía.

De vuelta a Tokio y con la disculpa de comprar ropa de abrigo para mañana recorremos el quizás uno de los mejores y más lujosos centros comerciales de Tokyo, Isetan. Seguro que volveremos.

Repetimos cena de tempura –más vale bueno conocido que mejor por conocer- pues el teppanyaki que intentamos en Shinjuku no admite sin reserva. Fue difícil localizar el teppanyaki pues la referencia del mapa, una tienda llamada “Don Quijote", se resistió. Después de dar mil vueltas, pasar por calles con locales rotulados con "Girls", apareció el local en un sótano pero con muy buena pinta.
Sin planificarlo un buen recorrido nocturno por el divertido Shinjuku Este.

domingo, 28 de marzo de 2010

Japón Día 10. Nikko: viento, sol, lluvia y la nieve que faltaba


No nos lo podemos creer, ¡está nevando!. En el llamado país del Sol Naciente hemos pasado por días de viento extremo – el último será el peor-, sol, lluvia y sólo nos faltaba la nieve -repetiremos más adelante-.

Adquirimos un bono de transporte para poder recorrer todo Nikko, incluida la subida hasta el lago Chuzenji, a unos 40 minutos aproximadamente del centro.
Nos bajamos del autobús en el puente sagrado, Shinkyo, sobre el río Daiya.
A dos minutos caminando, está el primer templo Rinno-ji con el pabellón de los Tres Budas. Algún que otro apretón, pues a pesar del mal tiempo, sigue siendo domingo y está plagado de turismo interno. ¿Cómo será en un sábado o domingo soleado?

Y llega la estrella del día, el magnífico santuario Toshogu. Cada elemento que contiene, almacenes, torres, puertas, pagoda compiten en belleza. Sin embargo, lo más significativo -seguro que no lo más valioso- son los monos labrados en la decoración del establo sagrado que representan diferentes etapas de la vida:

La madre oteando el futuro del hijo
La indeferencia
La expectación hacia el futuro
Y destacando entre todas las escenas, los tres monos sabios: el que no oye, no habla y no ve

Cerramos la primera parte del día vistando los santuarios de Taiyuin-byo con sus atemorizantes guardianes protegiendo las puertas de acceso y Futura-san.

Después de recorrer la zona de templos queda la segunda parte, la vista de la cataratas Kegon. 30 gélidos minutos de espera al autobús. Según se va subiendo por la carretera de montaña, la cosa se pone muy fea: no se ve más allá de 20 metros a causa de la niebla. Y llegados a la zona del lago Chuzenji se confirma: imposible ver las cataratas, así que nos quedaremos con una “audición” panorámica.
Es el único “pero” que se puede poner a los japoneses en el viaje, ¿cómo la mujer de la oficina turística no nos informó de que no se veía nada? Dos horas de carretera y frío para nada.

El hambre no aprieta mucho con lo que nos arriesgamos con comida vegetariana, típica de la zona, al ser la dieta de los monjes budistas que residen en ella. Pedimos el "set Yuba" formado por tofu - mejor en este segundo intento- y diferentes platos preparados a partir de yuba.
Vuelta a Tokio vía Utsunomiya, no sin antes disparar unas cuantas fotos al tren y a la elegante -hasta la máquina de bebidas está decorada- estación de madera, la más vieja de Japan Rail. Por cierto, el JR Pass nos finaliza tras siete ajetreados días en los cuales se ha amortizado sobradamente. Envidiable red de trenes y envidiables precios.

Exquisita cena a base de tempura (Tempura Zen) en el restaurante original de una cadena extendida por todo Tokio, Tsunahachi.

sábado, 27 de marzo de 2010

Japón Día 9. Una joya de día: Kioto Templos Dorado y plateado

Se cumple el pronóstico. Por fin un día soleado. La pagoda Toji, la más alta (55m) de Japón y símbolo de la ciudad, aparece brillante por la ventana de la habitación.
Habíamos retrasado la visita al templo dorado, Kinkakuji, en espera de algún rayo de sol y hoy, por fin, han asomado. Importante el pronóstico del tiempo para esta visita y en general para organizar todo el viaje.

Después de coger el autobús 205, allí estábamos a las nueve esperando a que abriese, como no, en una perfecta cola. Y bien que merece la pena. Si normalmente la mayoría de edificios o monumentos decepcionan algo en directo, no es el caso de este pabellón. Parece que hemos tenido suerte eligiendo la hora pues se muestra, tal como sale en las fotografías, reflejando sus doradas paredes en el lago que le rodea.
Empiezan los "codazos", siempre muy educadamente, por pillar un metro cuadrado para la fotografía.

Siguiendo la ruta de esta zona, tal como se explica en los "Kyoto Walks", el próximo templo es Ryanji. Cambia lo visto hasta la fecha, su relajante jardín zen formado por gravilla y quince piedras es el centro del pequeño parque que forma esta parada.

Vuelta al autobús 205 para visitar el último templo de la zona oeste: Ninna-ji. Nuevamente el tradicional y elegante kimono alegra el paseo por el templo.

Cruzamos Kioto de oeste a este, combinando un par de autobuses. Sin mapa de autobuses Kyoto puede ser una locura pese a ser una cuadrícula cuasiperfecta orientada norte-sur. Una hora y estamos en la otra "joya" del día: el Templo Plateado, Ginkakuji. Nunca cubierto de plata, no llega ni mucho menos a la altura del pabellón de oro. Sin embargo, la zona es comienzo ¿o final? de lo que se conoce como "Paseo del filósofo". Nueva parada para las últimas compras en la ciudad: abanicos, estos Made in Japan y pañuelos de seda hechos a mano.

La mezcla de cerezos, con suerte ya en flor, y espectaculares casas que recuerdan a la típica zona rica de muchas ciudades, convierten la aproximadamente hora de paseo a lo largo del pequeño canal en un auténtico placer. Buen momento para seguir completando el albúm de fotos de flores.
De camino al autobús, que con suerte encontramos junto a un enorme torii (Heian), pasamos rápidamente por otro par de enormes templos: Eikando y Nanzeji.

A veces, sólo pensamos que tenemos atascos en nuestra ciudad pero es un mal universal. Era tal el atasco en Kioto que incluso con prisas -en una hora salía el tren-, nos da tiempo a bajar para comprar las típicas muñecas de madera en Gion y volver a coger el siguiente autobús. Todo ello en apenas cinco minutos.
Llegamos por los pelos, aunque siempre con tiempo para comprar la cena en una "boulangerie" y un par de cajas de dulces, wagashi, los que tomamos en la ceremonia del té en Koko-en.

En Kioto se han quedado muchas cosas sin ver como la zona de Arashiyama y otras hemos ido con el tiempo justo. Otro día hubiera venido muy bien.

Por cierto, siguen apareciendo objetos cotidianos pero diferentes a lo acostumbrado como la lata, o mejor dicho, botella de aluminio de Coca Cola en el tren.

viernes, 26 de marzo de 2010

Japón Día 8. Nara y Geishas!!!

Antes de visitar Nara, en la misma línea de tren se encuentra el templo de Fushimi Inari con su ruta de mil toriis y, también hay que decir, mil escaleras que se convierten en deporte.

Después de casi una hora de paseo y tras llegar a la bifurcación del camino que marcan los toriis, tenemos que dejar de "escalar" y dar la vuelta o no llegaremos al final del día. La ruta íntegra son más de dos horas y no es el lugar para hacer "trekking".

Es imposible perderse en Japón. ¡Qué extraño!, prácticamente nos habíamos quedado solos en el tren a Nara, cuando pasado un rato la señora que viajaba a mi lado regresa a decirnos que "el otro tren es más rápido", todo ello en perfecto castellano y eso que iba leyendo un libro sobre cultura japonesa en finlandés, sueco o similar.
En la estación, Nara aparece su simpático representante, un budita cornudo, mezcla de lo que nos espera en la ciudad: tradición relogiosa y el parque con sus ciervos.

Otra muestra del grado de preparación para el turista. En el punto de información de la misma estación, por fin un mapa en español y ruta aconsejada de 3-4 horas aunque al final con los "apañitos" se alargará. Tras cruzar la calle principal que empieza en el Hotel Love -no pensemos mal todavía-, se llega al parque Nara donde esperan los pequeños pero acosadores ciervos.

Son los reyes del parque y de la ciudad. Pone una sonrisa en la cara ver como cruzan la carretera parando todo el tráfico, guiados o, mejor engañados, de su cuidador por supuesto siguiendo untrozo de comida.
Antes de entrar en el parque Nara, donde se encuentra la mayor concentración de templos y santuario, aparece Horiuji , con su enorme pagoda de cinco plantas.
Dentro del parque, emepzamos el recorrido por el norte, visitando el colosal, Todaiji, y pensar que se ha quedado en 2/3 del original.
Cruzando su pórtico, apabulla su gigantesco buda dorado en cuya palma cabe perfectamente una persona.
En una de las columnas del templo, se acumula un numeroso grupo. La curiosidad nos puede. Los niños están pasando por un angosto agujero hecho en el pie de la columna. Dica la leyenda, que quien consigue atraversala logra la vida eterna. Mejor no lo intentamos, no por no llegar a la vida eterna, que no estaría nada mal, sino por otros motivos relacionados con nuestra fisionomía.
Bajamos dirección sur por el parque, donde nos cae un impresionante aguacero -¿cuál es el mejor sitio para protegerse? Sí, una tienda.-pasando por santuarios como Kasuga Taisha.

Para cerrar la visita a Nara, visitamos el distrito más antiguo de Nara, Naramachi, y en particular una pequeña casa japonesa con su sala de té o sus habitaciones cerradas por livianas ventanas de papel, muestra de la forma de tradicional de vida.
Amabilidad máxima por parte de la responsable del centro que, a parte de un pequeño recuerdo en papel, se ofrece a sacarnos una foto en el exterior.
Cómida a base de una tempura un poco diferente, con diferentes pastas mezcla de verduras y pescados, en un pequeño local. Vuelta rápida a Kioto directamente para aprovechar el resto de tarde.

La tarde cambia de color y por fin, tiñe de azul el cielo de Tokio. Al bajarnos en Gion, parece un nuevo distrito con la puerta del santurario de Yasaka en otros tonos naranjas desconocidos hasta la fecha.

Son las seis de la tarde, teóricamente hora donde llegan las geikos -nombre de la tradicionales geishas en Kioto- a la calle Hanamikoji de Gion. Y se confirma la teoría, se rompe la tranquilidad de la calle por un enorme bullicio. Al menos nos cruzamos con media docena a las que asaltamos como paparazzis a la par que llegaban sus clientes en impresionantes coches con chófer.

Con sus impresionantes kimonos, maquilladas de blanco cruzan ante nosotros, casi huyendo de los turistas que se agolpan, cual elegantes relámpagos con pasitos cortos. Hanamikoji es una sucesión de cuidadas casas de madera forman la calle, comenzando con el principal centro de geikos, inconfundible con su color rojo-negro. Allí nos encontramos una pareja de chicos españoles, moviéndose por Kioto en un útil medio, la bicicleta y con un tremento despiste: no sabían que pasaba en esa calle.
Las bicicletas son otro de los aspectos que sorprenden. En un país tremendemente organizado, choca que las bicicletas circulen libremente por las aceras, generando alguna que otra vez situaciones tensas para los que no estamos acostumbrados.

A poca distancia y con un recorrido plagado de tiendas por la calle Shijo Dori, Pontocho, un callejón de unos tres metros de ancho y repleto de restaurantes iluminados por una sucesión de farolillos. La mayoría de ellos tienen vistas al río. Bien merece una buena cena pero el frío puede con nosotros. Tras comprar el billete de vuelta Tokio, retiramos a las nueve al hotel. Hoy se echa en falta un onsen con su agua casi abrasadora.