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viernes, 2 de abril de 2010

Japón Día 15. Caos ¿afortunado?

Ya empezó mal el día. Hoy era la última oportunidad para visitar el mercado del pescado, Tsukiji pero el nivel de cansancio lo imposibilita. Es una realmente pena aunque puede servir de disculpa para un nuevo viaje a este país.

Mal día para las excepciones que confirman la regla. No ha fallado ni un sólo tren en todo el viaje y hoy toca el caos. El Narita Express, que como su nombre indica es la línea rápida al aeropuerto va a paso de tortuga.
¿Qué está pasando?
.
Un anuncio, empieza a informar de retrasos en gran parte de las línea de JR y finalmente muestra
"JR and police are on alert"
El tren se para. Y empiezan los nervios pues a pesar de salir con cuatro horas y media empieza a acumularse retraso. La señal de posición está a dos luces del aeropuerto y nuevamente se para. Ya son las 11:30 y el avión sale a las 12:25. Parece que tenemos que esperar la salida de un tren para poder acceder. ¡Sudores!

Al final, a la carrera y arrollando con todo lo que se ponía por delante, barreras de acceso incluidas, llegamos con 40 minutos para despegar al mostrador de facturación. Closed !!! Que no cunda el pánico nos comenta la azafata de tierra con su "Don´t worry". No sabe los nervios que hemos pasado en ese tren.

Lo que puede ser una mala noticia se convierte en toda una alegría, el vuelo está retrasado con lo que podemos facturar y embarcar tranquilamente. Parece que los fuertes vientos han desviado el avión a Osaka y hasta las 15 no podremos despegar.

Con ello una última oportunidad para gastar el saldo de la Suica que no hemos podido devolver y también para deshacernos de los yenes restantes.
El área de duty free refleja lo que hemos dejado atrás: lujo, artesanía y electrónica en una tienda que por supuesto lleva el "original" nombre de Akihabara.
Por fin se confirma la salida para las 16, lo que significa que el vuelo de enlace a Madrid está perdido. Aquí no informan de opciones y remiten a destino. Veremos lo que pasa en Munich.

Después de la tensión vivida, el vuelo se hace hasta corto, con tiempo para pensar en nuevos viajes y en particular Milán, única ciudad de la lista de más visitables de Lufthansa que nos queda en la agenda.

En Munich se diluye la tensión. Sin ningún problema, todo estaba resuelto. Salimos mañana a las 9 y nos alojan en el Sheraton a diez minutos del aeropuerto. Después del estresante día, Munich ya parece nuestra casa y no importa pasar la noche y así, descansar un poco.

PD: a la vuelta nos comentan que Tokio fue un caos, con muchas líneas de tren suspendidas y vientos por encima de 100 Km/h. En los últimos 40 años no se había producido una situación similar. Lo dicho, mal día para excepciones.

jueves, 1 de abril de 2010

Japón Día 14. Un día de altura para la despedida: Shinjuku y Shiodome

Tranquilo desayuno para coger el metro fuera de la hora punta y así sin agobios hasta la parada de Shiodome, nueva zona de desarrollo en la desembocadura de la bahía. Allí, nos encontramos lo máximo en baños, al menos visto por nosotros. Dentro del showroom de Panasonic exponen un sanitario ¡con reposabrazos!.
En la parte posterior del rascacielos y rodeado de inmensos edificios, una réplica de la primera estación de Tokio, destruida por un incendio a comienzos del siglo XX.

Vuelta al complejo, que recuerda en sus bajos a la zona de Azca en Madrid aunque más nueva y limpia, el edifio Caretta -tipo de tortuga que es la imagen del centro- ofrece acceso gratuito a las plantas 46 y 47. La vista de la bahía de Tokio, Odaiba -isla artificial con el singular edificio de Fuji TV- o el puente de Tokio es magnífica.
Permanecimos solos durante más de veinte tranquilos minutos disfrutando de la panorámica del sur de Tokio.

Visita al parque Hamarikyu que habíamos "sobrevolado" desde el edificio Caretta, con su lago rodeado por campos de flores amarillas y cerezos floreciendo. Pero la imagen más llamativa podría ser la casi perfecta pared de fondo que forman los nuevos rascacielos de la zona.

Y seguimos con las grandes construcciones. Nos queda otra de las más representativas, la Torre de Tokio, inspirada/copiada de la Torre Eiffel, aunque con unos más que llamativos colores blanco y naranja. Nos acercamos caminando (30 minutos) al templo Zojiji a la hora de la comida, lo que se traduce en un agradable bullicio causado por la gente de las oficinas de la zona. Algunos portando fiambrera en mano izquierda y cámara en derecha. Allí, la vista ofrece el contraste de lo tradicional frente a la modernidad representada en la torre.

Han sido muchos días en la zona pero aún no conocíamos el Shinjuku de día aunque la noche, desde luego, no tiene desperdicio. Empezamos por la zona oeste, marcada por sus grandes edificios de diseño y subimos a la segunda de las torres del ayuntamiento. Espectacular tanto de día como de noche. En el ascensor, se repite la sensación de la mañana en los tímpanos debido al rápido descenso de las más de cuarenta plantas -nombre médico barotrauma-.

Seguimos nuestro paseo con otro vecino del ayuntamiento, el hotel Hyatt, famoso por ser centro de la película "Lost in Translation". Película del todo recomendable como preparación de viaje a Tokio. Formas diferentes, capricho de arquitectos, para cerrar el turismo de altura.

Un nuevo recorrido por Isetan, en este caso acompañados por una amiga japonesa que nos explica en detalle cada producto, acrecienta aún más la atracción casi imparable que causan estas enormes delicatessen. Se entiende el consumismo japonés. No se puede parar, así que añadimos sopas, nuevas galletas de sabor a marisco, dulces, etc. Pero sin lugar a dudas uno de los puntos de mayor choque es el expositor de la carne. Carne producida por ternera atendida con especiales cuidados y al estratosférico precio de ¡500 €/kg !

Tenemos la oportunidad y el placer de ver Marunouchi, en una noche clara y despejada, desde una de las imponentes oficinas de esta zona. No deja de impresionar el Tokio nocturno.

Y toca despedirnos y para ello una de las mejores comidas del viaje en un teppanyaki del Shin Marunouchi Building. Foie, vieira y una carne que prácticamente se deshacía cual mantequilla. Que me perdonen pero ¡pecado mojar en salsa de soja esta manjar!

Todo un placer para los sentidos para concluir el viaje.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Japón Día 13. Delicado y lujoso Japón

Hoy el día tendrá tres partes: la turística, las compras o "shopping" y la nocturna.

EL TURISMO
En todos los viajes siempre aparece un desafortunado clásico: el andamio. Nos habíamos librado por poco en Himeji ya que el castillo empieza obras por varios años, pero no podía fallar. La estación de Tokio está completamente protegida. Nos tendremos que quedar con el recuerdo de su "original" o fuente de inspiración, la de Amsterdam, que por cierto también estaba de obras cuando la visitamos.

El primer recorrido nos lleva al disdtrito de Maranouchi con sus elegantes edificios, entre los que sobresale el acristalado Forum Internacional de Tokio. A pocos pasos cambio radical de entorno con el jardín y el Palacio Imperial, donde viva la familia real japonesa.

Recorrer Ginza recuerda en cierta manera a recorrer la Quinta Avenida, en una palabra: lujo. Buena muestra es un kimono expuesto por valor de 2,3 millones junto a las "típicas" tiendas de Cartier, Tiffanies, Hermes, Louis Vuitton (parecería que no hay japonesa que se precie que no tenga un bolso de Vuitton), etc.
Y llega uno de los momentos más esperados de un viaje a Japón: las últimas novedades tecnológicas. Uno de los mejores exponentes es el Showroom de Sony con una buena muestra de "cacharros" que aún no han salido al mercado. Por ejemplo un móvil de Sony Ericsson similar al Iphone o al Nexus One, con una cámara de 8.1 Megapixels o la esperada televisión Bravia 3D donde parece que los futbolistas te abrazan al marcar un gol.
LAS COMPRAS
Y empezamos la operación "shopping". Empezamos por Wako con su sencillo a la par que elegante escaparate reflejo del lujo que guarda este edificio corazón del distrito de Ginza.
Primera parada en Matsuya Ginza frente al Apple Store -¿de qué me suena?- y primera compra de cuencos lacados para sopa. Los cinco minutos que la dependienta dedicó a envolver con exquisito mimo los regalos era para grabarlo en video pero estábamos con la boca abierta. Papel cebolla, cartón protector cortado al milímetro y cruzado sobre las tazas para formar una especie de caja, papel de regalo perfectamente colocado, cinta de regalo del color elegido y no acaba ahí, nueva protección de plástico de burbujas para evitar que los lazos se puedan estropear en el viaje.
Parada reglamentaria para comer en el mismo centro comercial en uno de sus restaurantes de sushi . Seguimos comprando algún kimono.
Pero todavía hay más, Mitsukoshi Planta 8, caja lacada que se precipita sin vértigo en la mochila. A la vuelta nos enteramos que también está presente en la centenaria Gran Vía de Madrid.
Tiempo de dar un poco de descanso a la tarjeta y visitamos el teatro Kabuki-za.

Cogemos el metro hasta Shibuya. Vaya sorpresa, al salir de la estación aparece el cruce más famoso del mundo que por error pensábamos habíamos visto en Ginza.
En un cruce de varias calles se forma un cuadrado en el cual se puede pasar de calle a calle por las diagonales o cualquier arista. De ahí la sensación visual que causa.
La zona es un hervidero de gente, donde no puede faltar algún turista que parece sentirse liberado de todo sentido del ridículo. En Shibuya se mezcla de tiendas de marca con otras un poco más modernas (raras?). Hasta nuestro mejor representante en el exterior, Zara, está presente con diferentes formato de tiendas de ropa de "lujo" y más "casual" con las minifaldas que plagan las calles.

En la puerta de la estación nos encontramos con el equivalente al Oso y El Madroño de Madrid, el perro Hachiko que esperó durante años a su amo delante de la estación y que hoy en día se ha convertido en el punto de cita de miles de personas. Merece la pena leer la historia de este perro que da nombre a la principal salida de la estación.

Vuelta a Shinjuku para rematar las últimas compras, empezando por Takashimaya. En ella compramos una tetera japonesa. Y mejora el proceso. Mientras te la desempaquetan, te la muestran pieza a pieza, te la envuelven y te cobran, te invitan a esperar tranquilamente sentados. ¡Se agradece!.

Fin de la segunda fase del día en Tokyu Hands con otra curiosidad: unos cuchillos de cerámica de Kyocera un poco más baratos (20-30%) que en España.
Regreso al hotel y caemos en la tentación de probar los donuts de "Krispy Kreme", cadena americana que no tenemos en España. Desde el día que llegamos siempre existía cola en su puerta, así que no podíamos dejar de probarlo. Con la pequeña línea de producción a la vista y aunque suene a tópico, los mejores que he probado.

LA NOCHE
Tercera parte del día. La noche, sin copas, alrededor de Shinjuku.
La animación es tremenda también en el oeste de Shinjuku. Antes de nada, hacemos una última parada en Yodobashi para ver objetivos pero los precios son similares a España. Aún el yen está fuerte.
Para cerrar el día subimos al edificio del ayuntamiento, famoso entre otros, por el tremendo coste que no van a cubrir con el precio de la entrada (gratuita). La espectacular vista panorámica desde su torre Norte, abierta hasta las 23, cubre todo Tokio. Allí, me invitan gentilmente a retirar el pequeño trípode. Adiós a las fotos por hoy.

lunes, 29 de marzo de 2010

Japón Día 11. La costa: Kamakura

No sabemos muy bien como ir a Kamakura, antigua capital y ciudad costera próxima a Tokio, pues hay varias alternativas (JR, Odakyu, ...). Salimos de dudas al comprar el Hakone Free Pass para mañana pues la misma compañía también ofrece un pase de un día para la zona.
No teníamos claro si continuar a Yokohama por la tarde, ya que estaba fuera del alcance del pase y tendríamos que cambiar a JR.

Otra hora de tren hasta la estación de Fujikawa y en el vagón vivimos otro ejemplo de la amabilidad de este país. Un chico americano vestido con camiseta de Harley-Davidson reconoce a un colega japonés por su gorra. Le pregunta por una tienda en Hiroshima donde comprar y a pesar de sus limitaciones con el inglés, y el japonés se desvive por tratar de entenderle y ayudarle. Incluso realizó alguna llamada. Al final todo concluye con intercambio de emails y una foto de familia en no más de veinte minutos.

Ya en la estación de Fujikawa, cambiamos de tren para recorrer la zona de Kamakura. Y primera parada con dos visitas:
El Gran Buda (Daibutsu), construido en bronce y amortiguado para evitar terremotos. De hecho soportó los maremotos que arrasaron el templo en el que residía.
Templo de Hase (Hasedera). Con un bonito jardín y donde se encuentra un pabellón rodeado de numerosas estatuas que pone los pelos de punta al enterarse que están dedicadas a niños muertos.

A travesamos Kamakura por su calle comercial o como la llaman "Shopping Town", nuevamente plagada de gente para llegar a Tsurugaoka Hachimangu, uno de los últimos templos del viaje. Por cierto, son las doce de la mañana, ¿cuándo trabajan aquí?
Volvemos por , un paseo central cubierto de farolillos y cerezos en flor, y rodeado por antiguas tiendas.
Otra entrada que se cae de la lista. Descartamos parar en la Isla de Enoshima.

Otros dos lugares se vuelven a caer de la lista de visitas de hoy: Kitakamura -ya un poco saturados por templos y santuarios- y la enorme ciudad de Yokohama, en particular su barrio chino y la zona de la bahía.

De vuelta a Tokio y con la disculpa de comprar ropa de abrigo para mañana recorremos el quizás uno de los mejores y más lujosos centros comerciales de Tokyo, Isetan. Seguro que volveremos.

Repetimos cena de tempura –más vale bueno conocido que mejor por conocer- pues el teppanyaki que intentamos en Shinjuku no admite sin reserva. Fue difícil localizar el teppanyaki pues la referencia del mapa, una tienda llamada “Don Quijote", se resistió. Después de dar mil vueltas, pasar por calles con locales rotulados con "Girls", apareció el local en un sótano pero con muy buena pinta.
Sin planificarlo un buen recorrido nocturno por el divertido Shinjuku Este.

domingo, 21 de marzo de 2010

Japón Día 3. Fotógrafo de bodas por un día: Yoyogi, Ueno, Akihabara

El maldito despertador suena a las 7:00 pero el cuerpo no responde. A pesar de los intentos no conseguimos levantarnos hasta las 9:00. Café en un conocido de casi todos los viajes, Starbucks, en el Southern Terrace de Shinjuku.
Aprovechando el domingo, nos acercaremos a los parques de Tokio: Yoyogi, Ueno y si hay tiempo visitaremos Akihabara, la ciudad de la electrónica. El domingo es el mejor día para visitar los grandes parques de Tokio.

Cogemos la línea Yamanote, la circular que recorre el centro de Tokio -como la línea 6 de metro de Madrid-. Otra curiosidad: los primeros vagones del metro en horas puntas están reservado sólo a mujeres.

Nos bajamos en la estación de Harajuku, que bien ya vale la visita y entramos en el parque Yoyogi. ¿Dónde están los "atuendos" manga? Tras una pequeña caminata rodeados de árboles, dejamos atrás unos curioso barriles de vino francés para la consagración y llegamos al santuario Meiji, centro del parque.
¡Anda que suerte, una boda!. Preciosa la novia y en general todo el cortejo. Esperamos unos minutos a que se preparen, y sigue, y más. Esto es eterno. Hasta que acaban de preparar y colocar cada hilo del traje de la novia y empieza la sesión de fotos al menos 10 minutos de preparación para 3 minutos de fotos. Utilizan hasta una fotografía para precisar la posición de cada detalle del vestido.
Y otra boda y otra, no era suerte, hoy es un domingo parece especial. Al menos cien fotos de las bodas, creo que más de las disparó el fotógrafo en mi boda.
Pasadas las bodas recorremos el santuario lleno de detalles siempre cuidados al máximo.
Dejamos el templo para perdernos un rato hasta encontrar el Museo del Tesoro Meiji. Con el día que hace no apetece museos y dedicamos el tiempo a disfrutar del propio parque y del "skyline" de Tokio, además de alguna curiosa escena, como la pareja fotografiando a su peluche.
Regresamos a la entrada del parque para visitar la zona del estadio Olímpico, donde se celebraron los juegos de 1964. Parece que se están celebrando algún tipo de juego escolar pues son cientos los niños que se congregan en la zona. Esta vez los carteles no ayudan: sólo japonés.
Si a la entrada del parque nos habíamos encontrado unas chicas vestidas con el tradicional kimono, a la salida el "paisaje" es diferente: unos travestidos intentando, nunca mejor dicho, cantar. Esto ya se parece más a lo que esperábamos de Yoyogi.

Buscando la calle Takeshita, bajamos por los Campos Eliseos japoneses, la calle Omotesando, rodeados de tiendas de moda y donde no podía faltar otro clásico ya de todo viaje, Zara, siempre bien situado en las mejores zonas. Al final en un cartel zonal, nos orientamos, girando a la izquierda para llegar a Takeshita Dori (dori = calle) justo frente al inicio de la calle Harajuku. Aquí entre la riada humana, encontramos por fin los estrafalarios vestidos y zapatos de cultura manga, etc. Muy pintoresco.

Por fin, ya de vuelta en la estación consigo la esperada foto. Tras pedir permiso a la chica, se arregla y posa para foto con su falda de volantes rosa.
Vimos a los rockers en la acera opuesta al Estadio Olímpico pero al final no nos acercamos.

Vuelta al metro para ir al Parque Ueno.

Es hora de comer y uno de los mejores lugares es la estación. Dulce, dulce y más dulce, aunque al final aparece una tienda de sushi que nos llevamos para comer al parque. En la entrada, un puesto de bolitas rellenas de pulpo que nos habían recomendado. No vamos a dejar pasar la oportunidad. Opiniones divididas.

Como el parque Yoyogi, Ueno es un hervidero de gente disfrutando del espectacular domingo casi de "manga corta" (sólo algunos). Damos un tranquilo paseo rodeados por los primeros cerezos florecidos recorriendo los principales lugares del parque:
  • La gran pagoda budista
  • El santuario Gojo con su pasillo formado por rojos torii (puertas) de entrada, donde uno de los primeros cerezos florecido nos recibe
  • El lago con su puente rodado de puestos de comida que da acceso a la sala Benten
  • La estatua Saigo Takamori -líder del ejército Meiji- y su perrito
  • El santuario Tosho Gu y sus cincuenta candelarios donde se tiene la mejor vista de la pagoda que sobresale dentro del zoo
  • Finalmente el Museo Nacional de Tokio ya cerrando sus puertas

En lugar de coger el metro en Ueno, atravesamos el sector de Yanaka, donde casas y calles se mezclan con las tumbas de su cementerio.

¿Tokio caro?
Justo a la entrada de la estación de Nippori, un ryokan -hotel tradicional- ofrece habitaciones por 3500Y (menos de 30 €).

Ya oscureciendo, sobre las seis, cogemos el penúltimo tren del día con el propósito de dedicar un par de horas a Akihabara, la Ciudad de la Electrónica. Recuerda en cierta medida el colorido nocturno de Nueva York aunque el ambiente es diferente. Los gritos de los vendedores no pasan desapercibidos y sorprenden en las primeras tiendas, llegando a recordar mercados y rastros tradicionales de nuestro país. No esperas que se vendan teléfonos, PCs, etc a voz en grito. ¡Tengo el mejor teléfono! ¡Oiga, a 10000Y!
Las tiendas son enormes y no perdemos la oportunidad de entrar en una de las mayores, Yodobashi, con al menos siete plantas dedicadas a artículos de electrónica.
Parece que el país rinde culto a la electrónica. Son cientos y cientos de personas que recorren la zona, donde se puede encontrar cualquier cosa, incluso un icono manga de nuestra niñez: Mazinger Z. ¡Qué recuerdos junto a Afrodita!


Vuelta al hotel, sin comprar, que mañana toca madrugar.

sábado, 20 de marzo de 2010

Japón Día 2. Primer contacto: Senso-ji Shinjuku

Como era de prever, prácticamente sin conciliar el sueño en esta segunda parte de viaje. Apenas unas horas dando cabezadas y alguna película en mexicano.
El avión aterriza con puntualidad y los trámites de recogida de maletas, aduanas e inmigración apenas nos llevan una hora. Tremenda eficacia.

Primer trámite, activar el JR Pass que nos permitirá movernos por la red de tren durante siete días. Y aquí empiezan los pequeños problemas. Nuestro inglés es malo -no dudo de ello- pero el del chico que nos atendió competía con él. Después de 5 minutos de explicación sobre la Suica Card y mil descuentos que no entendimos pese a la calculadora, compramos esta tarjeta. Menos mal pues con ella es sencillísimo moverse por la ciudad. Es una tarjeta prepago con la que se accede a toda la línea de metro y tren JR.
Al final, sin mayor problema con el JR Pass activado para el lunes, con nuestros billetes para Kioto y los del Narita Express que sale en 5 minutos. Ufff, que no llegamos.

La tensión habitual de los primeros momentos en cualquier país se va diluyendo en el tren camino de la estación de Shinjuku. Los carteles incluyen los rótulos en perfecto y sencillo inglés.
Desde la estación al hotel, son 10 minutos a través de una de las zonas comerciales de la gigantesca estación de Shinjuku, el Shoutern Terrace, donde hay algunos conocidos como el Starbucks, que garantizan la supervivencia y otros auténticos desconocidos, pero que seguro ayudan.

Por fin en el hotel justo para hace el Check-in después de más de un día de viaje, con los pijamas y las zapatillas esperándonos en una pequeña y acogedora habitación.
Después de dejar las maletas, otra primera vez: coger el tren y metro. Tenemos que ir hasta la estación de Asakusa donde se localiza el templo de Senso-ji, uno de los más visitados de Japón. Vaya, no es difícil: tren hasta Kanda (línea Chuo) y metro hasta Asakusa sin perderse. La calle de acceso, Nakamise Dori , es un hervidero de gente que compra en la tiendas de artesanía que la bordean. Recuerda las mareas que se puede ver en calles como Preciados en época de Navidad. Productos locales, artesanía y hasta abanicos -originarios de Japón- Made in Spain.

El templo es una maravilla con su majestuosa pagoda, tablillas con deseos, gente purificándose con incienso. Una pena que el principal templo estaba en obras.
Después de recorrer las diferentes áreas del santuario, nos pasamos a la fase de integración gastronómica que se reducía hasta la fecha al sushi del avión. Nos estrenamos con unas galletas rellenas de una pasta de judía rojas, hechas artesanalmente que estaban bastante buenas -hay opiniones diversas-.
Al principio, no es sencillo orientarse con el mapa pero toda referencia como hoteles, grandes cruces, etc. sirve de gran ayuda ya que aquí no se sigue el modo de ordenación familiar para nosotros de calle, número de portal. Nos perdemos -siempre orientados- por Asakusa donde ya están cerrando las tiendas y abriendo los restaurantes, por cierto, alguno de ellos muy bonito. Ya con las últimas energías, encontramos una parada de metro y volvemos a Shinjuku.

Tokio de noche es tan o más espectacular que durante el día y Shinjuku es buena muestra de ello. No podemos cerrar el día sin la primera visita a Bic Camera, una de las principales superficies comerciales de electrónica. Y primera compra, quizás extraña para muchos pero necesaria: unas planchas del pelo pues las españolas con sus 220V se han tenido que quedar en casa.

Para no perder la costumbre y con ganas ya de descansar, primera cena en un clásico de la gastronomía internacional, McDonalds, con charla con el vecino japonés que quiere practicar un poco su inglés. Bienvenido sea. Nos cuenta que proviene de un pueblecito cercano a Hiroshima y así estamos charlando un rato de la vida. Con él se confirma el tópico: somos el país de la guitarra y el flamenco.