No hay que tenerles miedo, son muy fáciles de conducir con cambio semiautomático y muy divertidos, especialmente en curva. Eso sí, siempre con moderación, los "motores los carga el diablo".
Nos adentramos unos kilómetros por la jungla, toda una experiencia, puedes vas viendo arañas del tamaño de tu mano y como no, iguanas de todos los tamaños. La primera iguana sorprenderá pero al final acabarás harto del "bichito".
Al final del viaje, llega lo mejor, pues esta zona está llena de cenotes subterráneos. El subsuelo de la Riviera está recorrido por corrientes de agua que cuando la superficie cede forman estos espectaculares y refrescantes pozos.
En este caso, el cenote era subterráneo, accediéndose por una escalera de caracol. No sin antes el protocolo de higiene de toda piscina, eso sí, en una pintoresca ducha.
El último día no está mal tomárselo de descanso, preparando tranquilamente las maletas y disfrutando de la playa. Es mentira ... de tranquilo nada, aprovecha y cógete un kayak y da unas paladas en el mar.
En el avión se agradecerá el cansacio.
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