viernes, 21 de marzo de 2008

Viaje a Bretaña. Día 5

Empezamos en Benodet pequeño pueblo que veíamos desde nuestra habitación del hotel. Pueblo turístico con bonitas playas pero creo que no para visitarlo en invierno. Eso sí, la vista del hotel desde el otro lado de la ría merece la parada.

Seguimos por la costa hasta Concarneau (foto de arriba). Justo al bajar del coche nos cae la primera y única tormenta del viaje. En este sentido no podemos tener queja del tiempo, frío como corresponde a la época pero sin lluvias.
Ville Close, su parte histórica, parece una pequeña ciudad dentro de Concernau.
¿Te mareas en barco? Aquí tienes la oportunidad de probar el crucero más corto del mundo, sólo 2 minutos y creo que la mayor parte del tiempo es para amarrar.

Pont-Aven situado en la desembocadura del río Aven. Donde la belleza del paraje y los molinos que en ella se encuentran ofrecen una pictórica vista de la que tenemos un buen reflejo en la obra de Gauguin y la denominada escuela o grupo de Pont-Aven. Esta ciudad está plagada de galerías de arte y tiendas de "galletes" (galletas típicas de la zona, las venden por todos sitios).

En ella se encuentra el restaurante Le Moulin de Rosmadec uno de los pocos en Bretaña con una estrella Michelin que desde 35 € ofrece menús degustación. Como no, preferimos una tradicional y rápida creperie, "Le Talisman" a la salida de la ciudad, donde tomamos una crepés con la típica salchicha ahumada de la zona.

Visita a Josselin, en el Valle de Oust, dominada por el castillo de los duques de Rohan. No encontramos la manera de visitarlo por dentro, y la oficina de turismo en este caso no nos fue de gran ayuda. Nos dieron un plano de la ciudad y nos recomendaron visitar la basílica de Nôtre-Dame-du-Roncier y el barrio más antiguo, que se encuentra al otro lado del puente (impresionante la vista del castillo desde este punto). Josselin es una pequeña ciudad medieval, protegida por su castillo y con las típicas casas con estructura de madera. Atención a las cortinas de ganchillo.

Aún nos quedan un par de horas de luz, y nos replanteamos la ruta. En un principio teníamos intención de visitar el bosque de Paimpont, donde las leyendas del Rey Arturo y el Mago Merlín se hacen realidad en Brocéliande. Aquí se puede encontrar una de las seis tumbas acreditadas del mago, dentro del "Centre de l'Imaginaire Arthurien", localizado en el castillo de Comper, asociación turísitico-cultural encargada de dviulgar las leyendas del célebre Rey y su Mesa Redonda. Pero según la guía el castillo está abierto de abril a octubre, por lo que finalmente rechazamos la idea, aunque nos quedamos con el gusanillo de conocerlo. Para más información podéis visitar:
www.centre-arthurien.com

Finalmente seguimos dirección a Rochefort-En-Terre. Este ha sido uno de los pueblos que quizás destacaríamos del viaje. Antiguas casas convertidas en tiendas de artesanos, de las cuales me sorprendió la dedicada a la fabricación de fuelles para chimeneas. Un buen recuerdo con precios a partir de 50€. Paseando por ella te encuentras un antiguo lavadero que me recordó como no hace muchos años, en el pueblo de mis abuelos, las mujeres lavaban la ropa en estos lavaderos públicos. Los dos coincidimos que tiene más encanto Rochefort que Josselin, quizás nos hemos cansado de tantos castillos en el Valle del Loira.
Los carteles de las tiendas me han sorprendido durante todo el viaje por su originalidad pero sin dudas destacaría los que hay en este pueblo. Muy curioso

Debido al cansancio, teníamos dudas de visitar Vannes, pero la verdad es que mereció la pena. Vannes se encuentra al fondo del Golfo de Mobihan. Su casco antiguo perfectamente conservado es otra muestra de casas medievales del siglo XVII con su característico entramado de madera. Recomendable el paseo desde el puerto hasta el "Hotel de Ville" (ayuntamiento) , subiendo por la Rue St-Vicent hasta llegar a la Place des Lices, perdiéndose por las callejuelas repletas de casitas mediavales. Destacar entre ellas una casa roja, actualmente una pizzería.

Habíamos elegido Carnac para dormir por su cercanía a la costa pero creo que Vannes hubiese sido una mejor elección. Con lo que nos quedaban otros 32 K M hasta el hotel situado en esta localidad costera (que hicimos en más de media hora y de noche, se nos hizo interminable!!). Carnac destaca por los numerosos emplazamientos megalíticos, uno de los cuales nos encontramos al día siguiente en nuestra ruta de vuelta a Madrid pues lo habitual es que se encuentren en puntos de difícil acceso, salvo lógicamente los que se podrían ver en el Museé de Préhistoire. Dormimos en el Best Westner "Le Celtique". Encontramos una oferta muy buena por internet, alojamiento más desayuno 78 euros. Lo escogimos porque como fuimos tan apurados de tiempo a la hora de reservar, tampoco tuvimos oportunidad de seleccionar demasiado. No está mal, tiene tratamientos de talosoterapia y pisicina cubierta, pero os recomendamos mejor alguna opción más "rural". Nuestra primera opción se encontraba entre Vannes y Quimper, "Ty-Mat", en Penquesten, pero es lo que trae solucionar las cosas el último día.

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